Las 6 diferencias entre modernidad y posmodernidad
Psicóloga | Redactora
especializada en Psicología Social
Licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas Puebla
(México). Máster en Investigación e Intervención Psicosocial por la Universitat
Autònoma de Barcelona, con experiencia profesional en inclusión social y
educativa así como docencia en psicopedagogía. Cuenta con estudios en política
pública y derechos humanos y actualmente es doctoranda en Psicología Social en
la Universitat Autònoma de Barcelona, donde trabaja temas relacionados con
metodologías cualitativas, salud pública, salud mental, diversidad funcional y
perspectiva de género.
Son más que etapas históricas: son paradigmas asociados a diferentes
maneras de pensar y de vivir.
La modernidad
y la posmodernidad son conceptos que utilizamos especialmente en las ciencias
humanas y sociales y que nos han servido para comprender algunas
características de nuestras sociedades así como las transformaciones por las
que hemos pasado.
Con frecuencia
son conceptos que se utilizan como opuestos o como una forma de explicar el
paso de un periodo histórico a otro, no obstante, la modernidad y la
posmodernidad hacen referencia a elementos que coexisten, que son muy complejos
y que no pueden comprenderse por separado.
Tomando esto
en consideración explicaremos a muy grandes rasgos algunas relaciones y
diferencias entre la modernidad y la posmodernidad.
¿Un cambio de época?
En términos
muy generales, la modernidad es la época que inicia entre el siglo XV y el
siglo XVIII en las sociedades occidentales, a partir de
transformaciones sociales, científicas, económicas y políticas.
Por su parte,
la posmodernidad hace referencia a la segunda mitad del siglo XX, y se
conoce también como “modernidad tardía”, “época posmoderna” o incluso
“posmodernidad-en-la modernidad”, precisamente porque no los límites temporales
entre una y otra no están fijos ni determinados.
El término
posmodernidad no es sinónimo de un antimodernidad, y el prefijo “post” no solo
hace referencia a algo que viene “después de”, sino que es un concepto que ha
servido para desvelar movimientos teóricos y políticos que se habían iniciado
en la modernidad.
Por eso, uno
de los grandes teóricos de la posmodernidad, Jean-François Lyotard, la
define como un “reescribir la modernidad”. En otras palabras, la posmodernidad
no es tanto una época nueva, como el desarrollo y la actualización de los
proyectos que la modernidad había empezado.
6 diferencias entre la modernidad y la posmodernidad
La modernidad
y la posmodernidad son etapas que no se pueden comprender como
independendientes u opuestas, sino como un un conjunto de acontecimientos
sociales, políticos, económicos, científicos.
Es decir, que
las diferencias que veremos a continuación no significan que se ha
pasado por completo de un paradigma a otro, sino que han ocurrido transformaciones
constantes en diferentes ámbitos de la vida social.
1. El paradigma científico y la cuestión del sujeto
Durante la
modernidad, el hombre se constituyó como sujeto. Es decir, que todo se comprende con referencia a él, incluyendo la
naturaleza y la actividad humana en general. Por eso, la pregunta básica para
el conocimiento filosófico y científico modernos es ¿qué es el ser?
Por otro lado,
la posmodernidad se caracteriza por “la muerte del sujeto”, porque el
conocimiento deja de estar centrado en el ser humano, y la verdad ya no
se considera una realidad universal, sino un desvelamiento constante. Así,
la pregunta básica para la filosofía y la ciencia ya no es qué es el ser, sino
¿cómo puedo conocerlo?
La ciencia en
la posmodernidad se hace de manera transdisciplinar, rechazando el
materialismo determinista, y se integra a la sociedad por medio del
desarrollo de la tecnología. Así mismo se intenta salir de los opuestos como
mente cuerpo, hombre-mujer.
2. Enfermarse no es tan malo
Durante la
modernidad el cuerpo es entendido como un objeto aislado, separado de la mente
e integrado principalmente de átomos y moléculas, con lo cual las enfermedades
son entendidas como el mal funcionamiento de estas moléculas, y su cura depende
exclusivamente del médico y de los fármacos.
En la
posmodernidad, el cuerpo ya no se entiende como un objeto aislado,
sino en conexión con la mente y con el contexto, con lo cual la salud no es
solo la ausencia de la enfermedad sino un equilibrio que depende en gran medida
de cada individuo. La enfermedad es entonces un lenguaje del cuerpo y tiene
unas finalidades determinadas, es decir que se le atribuye un significado más
positivo.
3. De la rigidez a la flexibilidad educativa
En el ámbito
de la educación formal, el cambio de paradigma más representativo es que la
tarea educativa ya no está centrada en las actividades del educador, sino
que se da al educando un papel más activo y se refuerza el trabajo
colaborativo.
La educación
deja de promover normas rígidas y se compromete con la meta de formar personas
integrales y unidas tanto a la naturaleza como a la comunidad. Pasa de ser
completamente racional a ser racional e intuitiva, así como de la rigidez a la
flexibilidad y de la jerarquía a la participación.
Esto mismo
tiene repercusiones en los estilos de crianza, los padres dejan de ser
autoritarios para ser más flexibles, abiertos a la negociación y en ocasiones
muy permisivos.
4. El fracaso de los sistemas autoritarios
El terreno
político está caracterizado por promover un paso del sistema autoritario e
institucional hacia un sistema consensuado y de redes no
gubernamentales. Así, el poder político que anteriormente estaba
centralizado, pasa a descentralizarse, y a desarrollar ideales de cooperación
social.
Surgen por
ejemplo las ONGs (las Organizaciones No Gubernamentales) y se buscan nuevos
valores políticos. Así mismo, la política está marcada fuertemente por la
globalización, paradigma que impulsa un pensamiento global con acciones locales
y que intenta disminuir las fronteras entre naciones. No obstante, la
globalización también se convierte en una actualización de las desigualdades
promovidas por el colonialismo moderno.
5. La economía global
En relación
con lo anterior, la economía pasa de ser local a ser mundial. Sin embargo, aunque
en la posmodernidad se procuran los grandes espacios económicos, las sociedades
refuerzan el regionalismo y tienden a regresar a las pequeñas formas de
organización económica y política.
Hay un cambio
del dominio del capital que promueve estilos de vida consumistas, a promover
una calidad de consumo responsable. Así mismo, el trabajo deja de estar
ligado solamente a la obligación y empieza a ligarse con el desarrollo
personal.
Se desvela la
masculinización del sector laboral y se impulsan las responsabilidades
colectivas que construyen relaciones en equipo y no simplemente laborales. El
desarrollo de la tecnología es uno de los protagonistas de los ideales de
progreso. Se trata de darle a la economía una transformación humanista que
permita otros tipos de convivencia.
6. La comunidad y las familias diversas
Socialmente hay
una exaltación de los valores ecológicos que antes eran puramente materiales.
Si en la modernidad los lazos eran más bien contractuales, en la posmodernidad
se refuerza la creación de lazos comunitarios.
Lo mismo
ocurre en el terreno de las costumbres y las tradiciones, que antes eran
rígidas y ahora se vuelven muy flexibles. Se trata de integrar el pensamiento
con el sentimiento, cuestión que había quedado separada durante la modernidad.
Por otro lado,
se promueven valores familiares que pasan de fomentar la familia numerosa, a
insistir en el control de la natalidad. Hay mayor flexibilidad en las
parejas, que ya no se centran en entablar una relación con una persona de
por vida. Así mismo la familia tradicional se transforma, ya no está centrada
en relaciones de dos, ni únicamente entre personas heterosexuales.
Referencias bibliográficas
· Zeraoui, Z. (2000). Modernidad y posmodernidad: la crisis de los
paradigmas y valores. Noriega: México, D.F.
· Amengual, G. (1998). Modernidad y crisis del sujeto. Caparrós: Madrid.
· Roa, A. (1995). Modernidad y posmodernidad: coincidencias y diferencias
fundamentales. Editorial Andrés Bello: Santiago de Chile.